E l mundo del poder es un mundo vacío de sentido, fuera de la realidad
Mon professeur d'español m'envoie ça :
« La poesía y los
imbéciles
La poesía tiene una puerta
herméticamente cerrada para los imbéciles, abierta de par en par para los
inocentes. No es una puerta cerrada con llave o con cerrojo, pero su estructura
es tal que, por más esfuerzos que hagan los imbéciles, no pueden abrirla,
mientras cede a la sola presencia de los inocentes. Nada hay más opuesto a la
imbecilidad que la inocencia. La característica del imbécil es su aspiración
sistemática de cierto orden de poder. El inocente, en cambio, se niega a
ejercer el poder porque los tiene todos.
Por supuesto, es el pueblo
el poseedor potencial de la suprema actitud poética: la inocencia. Y en el
pueblo, aquellos que sienten la coerción del poder como un dolor. El inocente,
conscientemente o no, se mueve en un mundo de valores (el amor, en primer
término), el imbécil se mueve en un mundo en el cual el único valor está dado
por el ejercicio del poder.
Los imbéciles buscan el
poder en cualquier forma de autoridad: el dinero en primer término, y toda la
estructura del estado, desde el poder de los gobernantes hasta el microscópico,
pero corrosivo y siniestro poder de los burócratas, desde el poder de la
iglesia hasta el poder del periodismo, desde el poder de los banqueros hasta el
poder que dan las leyes. Toda esa suma de poder está organizada contra la
poesía.
Como la poesía significa
libertad, significa afirmación del hombre auténtico, del hombre que intenta
realizarse, indudablemente tiene cierto prestigio ante los imbéciles. Es ese
mundo falsificado y artificial que ellos construyen, los imbéciles necesitan
artículos de lujo: cortinados, bibelots, joyería, y algo así como la poesía. En
esa poesía que ellos usan, la palabra y la imagen se convierten en elementos
decorativos, y de ese modo se destruye su poder de incandescencia. Así se crea
la llamada « poesía oficial », poesía de lentejuelas, poesía que
suena a hueco.
La poesía no es más que esa
violenta necesidad de afirmar su ser que impulsa al hombre. Se opone a la
voluntad de no ser que guía a las multitudes domesticadas, y se opone a la
voluntad de ser en los otros que se manifiesta en quienes ejercen el poder.
Los imbéciles viven en un
mundo artificial y falso: basados en el poder que se puede ejercer sobre otros,
niegan la rotunda realidad de lo humano, a la que sustituyen por esquemas
huecos. El mundo del poder es un mundo vacío de sentido, fuera de la realidad.
El poeta busca en la palabra no un modo de expresarse sino un modo de
participar en la realidad misma. Recurre a la palabra, pero busca en ella su
valor originario, la magia del momento de la creación del verbo, momento en que
no era un signo, sino parte de la realidad misma. El poeta mediante el verbo no
expresa la realidad sino participa de ella misma.
La puerta de la poesía no
tiene llave ni cerrojo: se defiende por su calidad de incandescencia. Sólo los
inocentes, que tiene el hábito del fuego purificador, que tienen dedos
ardientes, pueden abrir esa puerta y por ella penetran en la realidad.
La poesía pretende cumplir
la tarea de que este mundo no sea sólo habitable para los imbéciles. »
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